¿Qué papel juega la Historia en nuestra sociedad? ¿Es importante? ¿Necesaria? Rodrigo Muñoz, músico en ‘Así es, si así fue…’ y Andrea D’Odorico, productor de la obra, nos dan su opinión.
«No me gusta la Historia»
Por Rodrigo Muñoz
Para ser honestos tengo que admitir que no me gusta la Historia. Y alguien me podría decir: ”… pero la Historia está ahí, da igual que te guste o no. Tienes que vivir con ella..”. Y ese alguien, aunque me pese, tiene razón. Vivimos con la Historia a cuestas. Pero no por eso me tiene que gustar.
Tengo en poca estima a la Historia y no encuentro ningún placer en su estudio ni en la recreación imaginaria de los acontecimientos que pasaron a formar parte de ella. En cierto modo porque creo firmemente que en esa criba que separa los hechos históricos de los que no lo son, se pierde lo que realmente me interesa: la naturaleza humana. Dicho de otra manera: la Historia arrebata gran parte de la humanidad que indefectiblemente impregna todo lo que hacen los seres humanos. De alguna manera me da la impresión de que la Historia se nos presenta como algo hecho por extraterrestres, por seres de plasma (digo esto sin segundas intenciones). En definitiva: parece que la Historia esta llevada adelante por agentes que poco o nada tienen en común con las personas que compartimos el mundo en el que vivimos los vivos.
Por estas y otras razones no me gusta la Historia. No me gusta la costumbre de remitirnos históricamente a un pasado glorioso cada vez que en una tertulia se habla de cualquier cosa. Y tampoco usar la Historia como arma de guerra a la menor disidencia o divergencia de opinión, sea cual sea su origen.
Sin embargo la naturaleza humana se abre camino, a pesar de la Historia, y es aquí donde yo encuentro mi sitio. En cierto modo creo que los que mejor esquivan las manazas de la Historia son los que materializaron su historia con sus propias manos, no dejando que nadie lo hiciera por ellos. Cada vez que uno se planta delante de un retablo, un cuadro o un teatro romano, o incluso objetos más cotidianos o domésticos de tiempos más o menos pasados, sus hacedores nos hablan de lo que ellos eran sin Historia que nos grite. Ellos no necesitan la Historia para hacerse entender.
El caso de la música es todavía más extremo. No creo que exista la música del pasado. La música para ser tiene que ser aquí y ahora. Igual que el teatro o la danza. Lo que perseguimos toda la vida los músicos, los actores o los bailarines son solo momentos, pompas de jabón. Eso es lo que nos separa de la historia. Es lo malo de estas disciplinas escénicas: es imprescindible estar vivo.
«¿Por qué La Historia?»
Por Andrea D’Odorico
Hace años Pablo Nogales, responsable del Festival “Clásicos en Alcalá” me pidió que le sugiriera un autor para un texto crítico sobre el romanticismo español. Analicé todo ese periodo y me dí cuenta de que se repetía una y otra vez la inexistencia de la política social, de las necesidades primarias del pueblo, de la terrible corrupción de la monarquía borbónica, de una inflexible e hipócrita fiebre religiosa: Isabel La Católica impuso La Inquisición e Isabel II la suspende, más de tres siglos después, cuando Voltaire, Rousseau y la revolución francesa ya habían hecho su labor.
Éste texto lo firmó Juan Carlos Plaza Asperilla, tuvo mucho éxito en distintos Festivales y diferentes espacios teatrales, hablo de “Paseo Romántico”.
Ahora se ha planteado el periodo que va desde la dinastía de Los Trastámara hasta la llegada al poder de Carlos V. Se analiza como la política dinástica de los Reyes Católicos se va desmoronando poco a poco a través de un elemento externo e inevitable: la muerte. El nieto de Maximiliano I de Austria, hijo de Juana La Loca y Felipe El Hermoso, criado en la corte borgoñona de su abuela, es emperador, y sus vasallos flamencos marcan el nuevo poder en la corte. En consecuencia, otra aristocracia y una obsesiva religiosidad del Emperador marcarán todo su reinado. Se levantan los comuneros y el pueblo ve, soporta, muere y La Historia sigue su curso. ¿Por qué queremos siempre ignorarlo todo y seguir adelante con una venda en los ojos para no ver, o para no pensar?
Vamos al Museo del Prado:
1º. “La Virgen de los Reyes Católicos”. La dinastía de los Trastámara se presenta rezando delante de la virgen y el niño.
2º. “Las Meninas”. La dinastía de Los Austrias presenta a la infanta Margarita en una llegada con su séquito para que Velázquez los inmortalice.
3º. “La familia de Felipe V”. El estreno de la dinastía borbónica, muy cercano al lujo Versallesco en el cuadro de Van Loo.
4º. “La familia de Carlos IV”. Más tarde Goya retrata a la corte en plena crisis dinástica y social del país. Todos miran de frente y con tanta inseguridad…No se sabe exactamente si son seres vivos o a punto de desaparecer.
5º. “La familia de Juan Carlos I”. Ahora tendremos otro, el de Antonio López con la familia del padre del actual rey. Retrato encargado hace más de treinta años por la Comunidad de Madrid al pintor. ¿La seguridad de un rey que retoma la dinastía borbónica tras cuarenta años de dictadura franquista? Seguramente será así. ¿Cómo miran?, ¿cómo visten?, ¿cómo les han retratado?, ¿cómo han gobernado?, ¿quién les ha exaltado?, ¿qué ministerios han tenido?, ¿quiénes han sido sus validos?…
Al fin, todo esto es Historia.