Archivos Mensuales: septiembre 2014

¿POR QUÉ HE ESCRITO “ASÍ ES, SI ASÍ FUE”?

 

El autor, Juan Asperilla

El autor, Juan Asperilla

Mi padre era extremadamente católico, y aunque nunca lo quiso reconocer, probablemente de ascendencia judía. Nació en Guadalajara, la ciudad del cabalista Moisés de León. Mi madre es de Toledo, la ciudad de las tres culturas. Es una mujer de carácter y rasgos germánicos, rubia y de ojos azules. Se conoce a la perfección la lista de los treinta y tres reyes godos. Yo estudié árabe. Lo he olvidado, pero, curiosamente, desde hace años todos los días nombro en esa lengua los 99 nombres de Allah. También pronuncio la oración Ana Becoah en el idioma judío, y el padrenuestro en latín y español. Hay algo atávico en todo ello que me hace pensar que, de algún modo, estoy unido a las generaciones pasadas. Si uno está atento, los muertos hablan. Son sabios nuestros antepasados y saben que, no siempre, lo que se dice de ellos en los libros oficiales es del todo verdad. El poder, las instituciones, la vanidad, el dinero, la política y la adulación suelen tergiversar la realidad. Nadie es del todo ni santo ni demonio.

Hace tiempo que quería hablar del Renacimiento español. Me eduqué en un colegio italiano. Italia, desde siempre, se ha preocupado con esmero por transmitir la cultura y el humanismo de aquellos siglos. ¿Y por qué no España?, me decía, ¿por qué no España? No entiendo ese afán oficial por llegar a toda prisa al Barroco Imperial y olvidar el Renacimiento. Antes de la madurez, hay una juventud. ¿Por qué ese sutil desprecio hacia la juventud?

Y, mientras me hacía esas preguntas, me hablaban Jorge Manrique y el Marqués de Santillana; y también Juan de Mena y Fernando de Rojas; y San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Fray Luis de León… Y, un día, Juana la Beltraneja me contaba el porqué no pudo reinar; y otro, voces desconocidas murmuraban sobre la sodomía de Juan II y Enrique IV, se sublevaban contra la codicia de Álvaro de Luna o se burlaban de la promiscuidad de Fernando el Católico. Más de una vez escuché llantos de judíos expulsados o rezos moriscos; y, más de una vez, vi océanos, naves y sangre de indígenas torturados en las costas americanas.

Si uno está atento, los muertos hablan. No miento. Sólo piden que se les de voz y se les haga justicia. Si uno es honesto con ellos, te ofrecen abiertamente sus palabras. De pronto te muestran sus escritos, sus poemas, sus refranes, sus versos, sus mofas, sus cartas… Uno se sorprende y ve que todo cuanto advertía en los sueños era cierto… Hay otra historia, otra realidad, otras voces…

Ni el tiempo, ni el poder, ni el Estado pueden ocultar la verdad de los muertos

¿Que por qué he escrito “Así es, si así fue”?

Por simple justicia.

 Juan Asperilla

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